El farmacéutico Eduardo Herrero, del gigante biotecnológico Grifols, trabaja contra reloj en tres tratamientos experimentales contra la Covid-19 a base de derivados de sangre humana
“Esto nos ha desbordado a todos. Ha ido mucho más deprisa de lo que pensábamos”, reconoce el farmacéutico Eduardo Herrero. Su empresa, Grifols, nació en 1909 como un pequeño laboratorio de análisis clínicos en Barcelona y hoy es una multinacional con 24.000 empleados y 625 millones de euros de beneficio anual. Grifols es uno de los mayores productores de derivados de sangre humana en el mundo. Y acaba de entrar en la carrera internacional para lograr tratamientos que frenen la peste del nuevo coronavirus.
El gigante biotecnológico ha abierto tres frentes. El primero, en realidad, lleva abierto más de un siglo: la transfusión directa de plasma sanguíneo de personas que han superado la enfermedad, como ya se hizo con resultados prometedores en la pandemia letal de gripe en 1918.
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