Investigadores del Centro de Astrobiología (CAB, centro mixto CSIC-INTA) llevan casi dos décadas desarrollando inmmunoensayos fluorescentes e instrumentación para la detección de rastros moleculares de vida en ambientes extremos para exploración planetaria, en concreto, en Marte.
Esa misma tecnología, empleada también para la búsqueda de vida en las profundidades del océano, se ha utilizado ahora para detectar simultáneamente los anticuerpos de tipo IgM e IgG en suero sanguíneo, una de las formas de descubrir la presencia (actual o pasada) del coronavirus en el organismo. El proyecto, se llama SCOVAM (de SARS COV2 Antigen Microarray).
Este método de detección por fluorescencia es más lento (unas tres horas, aproximadamente) que el test rápido pero, a cambio, es mucho más sensible (capaz de detectar una cantidad menor de anticuerpos), es semicuantitativo, escalable y automatizable, ya que se puede operar en formato múltiple (hasta 96 muestras simultáneamente) y los datos quedan almacenados en soporte digital.
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