Nuevas piezas en el puzle de la covid-19: silencio y que corra el aire

En la segunda ola de contagios ya conocemos evidencias que permiten tomar medidas adaptadas a cada contexto. Así, no tiene sentido cerrar parques ni centros culturales seguros. La mayoría de los brotes surgen en espacios cerrados donde hablamos o gritamos, como restaurantes, discotecas, lugares de culto o de trabajo. En ellos urge una buena ventilación, uso de mascarillas y distancia interpersonal más amplia.

Mientras en España experimentamos una preocupante segunda ola de contagios por el SARS-CoV-2, seguimos abordando la pandemia desde las premisas de las que partíamos cuando se decretó en marzo el estado de alarma y apenas intuíamos la complejidad del rompecabezas.

Aunque muchas piezas permanecen en la caja, ya hemos sacado algunas que, puestas en su lugar, permitirían tomar medidas más selectivas y adaptadas a cada contexto, descartando las que ya no encajan o estaban mal colocadas.

Por ejemplo, un nuevo confinamiento equivaldría a matar moscas a cañonazos. Como para contagiarnos hace falta contactar con una persona infectada de forma estrecha —a menos de dos metros— y prolongada —durante al menos 15 minutos—, es muy improbable infectarnos dando un paseo o corriendo por la calle. Sin embargo, como espada de Damocles, esa artillería pesada sigue barajándose si todo se nos va de las manos.

Por eso tampoco tiene sentido clausurar la actividad cultural, cerrar los parques y jardines públicos o las zonas de juego para niños, restringir más el aforo de las playas, las terrazas de los bares o de la mayoría de actividades que se realizan en exteriores, porque no detectamos brotes vinculados a ellas.

Tampoco es razonable limitar el número de personas que se pueden reunir en exteriores con la misma medida que se aplica en interiores, porque ya sabemos que el factor de riesgo fundamental para contagiarse es el tiempo que pasamos en espacios cerrados, donde la probabilidad de contagio es casi 20 veces superior.

Tampoco lo es recomendar en todo contexto mantener dos metros de distancia con los demás, porque en espacios cerrados sin ventilar se quedan muy cortos, mientras resultan excesivos en la terraza de un café.

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