Un 10% de contagios puede ser responsable del 80% de los casos. En España solo el 12% de los positivos se asocia a brotes conocidos
La forma en la que se propagan los casos de covid-19 no es siempre la misma. No todos los infectados contagian por igual, sino que la mayoría de las transmisiones parecen ligadas a eventos concretos y a supercontagiadores. La mayoría de los contagios salen de unas pocas personas, mientras que muchos otros infectados nunca transmiten la enfermedad. Esto es una buena y una mala noticia a la vez. Por un lado, significa que si se controlan esos eventos se pueden reducir los contagios sin bloquear un país por completo. Pero también exige un trabajo exhaustivo de rastreo para conectar los positivos que se detectan con los eventos donde se contagiaron. En España, lo cierto es que la enorme mayoría de los casos no se han podido ligar a ningún brote conocido.
Durante la primera ola se habló mucho de R, o número reproductivo, que mide cuántos contagios se producen de media por cada caso. Ese número evoca un patrón típico y homogéneo para la transmisión: si un infectado contagia a tres personas, esos tres contagiados contagiarán a otras tres y así sucesivamente. Esto representa, más o menos, el comportamiento de la gripe.
Pero hay evidencias de que los contagios de covid no funcionan así, sino que se rigen por lo que ocurre en grupos de personas. Investigaciones como la de la London School of Hygiene & Tropical Medicine o un reciente estudio publicado en Nature indican que unos pocos eventos (como un coro o una reunión mal ventilada) y unos pocos enfermos (quizás gente con gran carga viral o con mucha vida social) son responsables de gran parte de los contagios. Se estima que el 80% de transmisiones son producidas por un 10%-20% de los casos. Si imaginamos cinco infectados, dos no infectarían a nadie, otros dos infectarían quizás a una persona cada uno y el quinto infectaría a ocho.
SIGUE LEYENDO…
Lee la noticia completa: Coronavirus: El factor K: por qué importa dónde nos infectamos | Sociedad | EL PAÍS