Un profesor de un instituto de Benalmádena demuestra con sus alumnos de 3º ESO que las recomendaciones de ventilación de las administraciones son insuficientes y diseñan la manera más eficaz de ventilar las aulas
Cuando en el Instituto Poetas Andaluces de Benalmádena (Málaga) se plantearon cómo realizar la ventilación del centro, decidieron convertirlo en un proyecto educativo. “Teníamos la oportunidad de decidir cómo ventilábamos basándonos en una experiencia científica. Y queríamos implicar al alumnado en el proceso para que se familiarizaran con el método científico, pero también para que fueran parte de la solución”, explica Javier Pérez Soriano, de 55 años, profesor de Tecnología del centro, que es Químico de formación y docente desde hace más de 30 años.
Con los estudiantes primero trabajaron para que entendieran qué son los aerosoles y la relación entre niveles altos de CO2 en una habitación y el aumento de posibilidades de que haya más contagios. “Si la ventilación es mala, no diluye el CO2 ni los aerosoles en los que está suspendido el coronavirus”, aclara el docente.
En el proyecto se implicaron tres departamentos del centro. “Además de la asignatura de Tecnología, el departamento de Matemáticas está trabajando la estadística y los estudios de gráficas, y el departamento de Ciencias analizando las implicaciones del nivel de CO2, qué son las partículas y los aerosoles y la relación entre mala ventilación y riesgo de contagio”, explica el profesor. Aclara también que llevando mascarilla de forma correcta los alumnos estarían protegidos, pero en un centro escolar no pueden garantizar que se usen correctamente y por eso la ventilación es fundamental.
El experimento partía de una pregunta: ¿es suficiente, para garantizar la seguridad del aire, ventilar cinco o diez minutos entre cada clase como establece el protocolo?
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Lee la noticia completa: El experimento científico de la clase de Tecnología que se convirtió en un protocolo de ventilación | Educación | EL PAÍS