Estas pruebas se están convirtiendo en un arma clave en la segunda ola y ya se usan como análisis de referencia en hospitales y primaria. Son lo bastante sensibles para detectar personas contagiosas
Una persona contagiada de covid-19 pasa por una fase de incubación de cuatro o cinco días antes de ser infecciosa.
Esta persona puede infectar a otras durante unos ocho días. Después su carga viral es baja y deja de transmitir la enfermedad.
Imaginemos que esta persona tiene ocho contactos estrechos e infecta a cuatro de ellos si no se hace nada para evitarlo.
Cada contacto infectado pasará por un ciclo de incubación y otro infeccioso en el que podría transmitir la enfermedad.
¿Qué pasa si acude al médico y se le hace una PCR?
Se le ordenará aislarse de forma preventiva, pero no conocerá su positivo hasta dos o tres días después.
Hay personas que no cumplen de forma estricta ese aislamiento preventivo y pueden infectar durante esos días. Así se contagia el contacto 1.
Si tras el positivo de la primera infectada se hace un rastreo, se podrá localizar y aislar a sus ocho contactos. Pero todavía habrá bastantes oportunidades de contagio.
¿Y si hacemos un test de antígenos?
A los 15 minutos de acudir al médico la persona sabrá que es positivo, se aislará y el rastreo empezará de inmediato.
La velocidad del test de antígenos consigue evitar oportunidades de nuevos contagios.
Los test de antígenos están cambiando la lucha contra la pandemia. Su uso se está multiplicando en todas partes, desde Europa a Estados Unidos. En España hasta septiembre apenas se hacían, pero ahora son casi el 30% de las pruebas. Se asocian con los cribados, pero ya son el test de referencia para pacientes con síntomas en hospitales y en atención primaria. Además la Comisión Europea recomienda su uso también para rastreo de contactos estrechos, en residencias y otros focos de contagios.
Estas pruebas tienen dos grandes ventajas: son rápidas y son baratas. Detectan unas proteínas (los antígenos) que permiten identificar pacientes con una infección activa. Se toma una muestra frotando un bastoncillo en la nariz del paciente y se conoce el diagnóstico en menos de media hora. La gran diferencia con una PCR, la alternativa más usada hasta ahora, es que no hay que enviar la muestra a un laboratorio para obtener el resultado.
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